lunes, 29 de septiembre de 2008

El Bus

Me encuentro junto a la sombra de un poste; son las 9:20 am. En el cielo no hay ni una sola nube, los rayos de sol iluminan todo a mi alrededor.
Es un día cálido, bochornoso mejor dicho, como cualquier otro; aunque en el fondo sé que no lo es, sé que él vendrá y no lo podré impedir.
No tengo miedo, lo sé, estoy aquí esperando el bus como siempre, detrás de mi la gasolinera, me parece extraño, no hay ni un alma todo está sucio y abandonado. Como si supiesen lo que fuese a suceder.
Comienzo a oír algo a lo lejos, y conforme se acerca me doy cuenta que es el sonido de un motor, uno de auto o de moto quizás. Mis manos sudan, aunque están frías y tengo las uñas moradas, como las de un muerto. Se acerca, es un auto lo puedo ver, se acerca rápido, tiene vidrios polarizados, su pintura es negra y resplandece con el sol. Se está acercando, más y más, mi respiración se detiene, mis latidos y mi mente también. Le dije que no gritaría, pues no le tengo miedo, pero el prometió venir a pie; dijo que no lo notaría y que para cuando me diese cuenta ya estaría muerta.
Es cierto, el auto no se dirige hacia mí y lo veo pasar recto, vuelvo a respirar, vuelvo a sentir mis manos, me duelen de lo apretadas que las tenía.
Estoy atenta a cada movimiento, a cada cambio a mi alrededor. Nada se ve diferente, la gasolinera abandonada, el sol que quema la piel y encandila, y ni la más mínima esperanza de que llegue el bus antes que él.
Vuelvo a ver mi reloj son las 9:25 am, quedan cinco minutos para que pase el bus y me pueda ir. Me digo a mi misma que lo voy a lograr, que podré salir de esta, que hoy no pasará nada, que será un día más, uno como cualquier otro… y me pierdo por un momento en mis pensamientos.
-¿Pero qué es ese olor?-, reacciono, percibo un olor a metal, no me había dado cuenta antes, no sé si es mi imaginación o qué. Veo la hora, 9:28 am, solo faltan dos minutos para que llegue el autobús. Pero ese olor es más y más fuerte.
Antes de poder reaccionar y voltearme, siento en mi garganta el frío de un cuchillo – ¡no puede ser! – no vuelvo a ver, sé que es él y me va a matar antes de que llegue el bus para así poder huir sin que nadie lo vea.
Me cuerpo se tensa y se pone frío, logro percibir un olor a sangre, pienso: - de alguna otra víctima será -. Pero siento un escalofrío que hace estremecer todo mi cuerpo, - ¡ese olor a sangre es de la mía! - . Siento como rápidamente baja por mi cuello, por todo mi cuerpo empapando mi ropa; de repente oigo un motor, el cuchillo se cae y escucho como sus pasos se alejan corriendo detrás mío hasta desaparecer.
Yo ya no aguanto más, y caigo de espaldas; ese motor es del autobús. ¡No puedo creerlo!, se acerca rápido, creo que no va a parar, no va a parar. Estuve a punto de cogerlo, -¡pero si aún estoy viva, y no para!- , sigue de lejos, como si nadie estuviera ahí esperándolo, puedo ver detrás de las ventanas a la gente sentada, nadie me mira, nadie se da cuenta de lo que sucede, nadie me nota, y ni siquiera se detiene, simplemente sigue su camino, se va.
Ahora estoy tirada en el suelo, bañada en sangre, el sol está en el centro del cielo ya, debe ser medio día, el poste no me da sombra. Estoy fría, no siento, sólo veo al sol y el a mi.
Veo como pasan los días, los buses; me estoy pudriendo, lo sé por el olor, las moscan y las larvas, que son mis únicas visitantes. En realidad solo me pudro por fuera, ya lo estaba por dentro. Hay bichos por todos lados, me comen viva, o al menos eso creo estarlo.
El olor se intensifica conforme pasan los días, las horas, los meses, ya no sé que queda de mí. Y aún así nadie ha pasado por aquí, nadie ha preguntado por mi, nadie me ha venido a ver, como ya dije mis únicos visitantes son los bichos, que ya no vienen tan a menudo como antes. Y el bus…bueno, el bus nunca se detuvo aquí…
Milena Madriz M.
Derechos Protegidos

sábado, 27 de septiembre de 2008

Me despierto

Me despierto, el sol pega en mi cara, no recuerdo nada, no sé donde estoy ni como llegué hasta aquí. Lentamente me empiezo a mover, no traigo mis zapatos, el cuerpo me duele.
Hace mucho calor, me cuesta respirar, no se oye nada solo el silencio, poco a poco abro mis ojos el sol me encandila y me cuesta mantenerlos abiertos, me toma un tiempo acostumbrarme a la luz. Paco a poco empiezo a ver de nuevo, ¿que hay?, no hay nada estoy en un desierto. A como puedo me siento para asegurarme de que lo que estoy viendo es real y no otra pesadilla. Veo a mí alrededor, solo hay kilómetros y kilómetros de arena, ni un solo árbol, ni una sola persona, ni una montaña más que las de arena, no veo un fin, ni un inicio, es solo arena.
La cabeza me duele, las costillas, debo tener alguna quebrada. Sigo sin recordar como llegué hasta aquí, hasta este lugar que no conozco y que nunca antes había estado. No hay nada, ni una sombra para protegerme del sol que me quema y me ciega. No puedo más, me recuesto nuevamente, meto mis manos en mis bolsillos en busca de algo que me pueda ayudar a recordar, algo que me pueda aliviar, algo, cualquier cosa. Pero no hay nada...
Oigo algo, me despierto nuevamente, no sé cuanto tiempo ha pasado desde la última vez que me desperté, abro los ojos y ahí está otra vez ese sol; recobro la visión y me siento, necesito saber que es ese sonido.¿ Me habrán encontrado? , ni siquiera sé si me están buscando, no importa, busco a mí alrededor; este calor me tortura, no me deja respirar, este desierto infinito me encierra. No veo nada, me levanto, noto que mis pies tienen llagas, me quejo del dolor, ¿pero quién me oye?, nadie, estoy sola. Sigo buscando mi mente no me puede estar engañando, camino un poco, adolorida, estoy sangrando, pero no importa sigo escuchando algo, no sé que es; ¿de dónde podría provenir si no hay nada?. Pero no, ahí está, sigo oyendo algo, ahí está en alguna parte yo sé que sí. Sigo caminando, no se hacia donde voy, pero el cansancio me impide seguir, tengo sed, mis labios están secos, mi piel está quemada, mis pies llagados y mis costillas quebradas. El calor y el agotamiento me impiden respirar, me desespero, respiro con más fuerza pero aún así no llega aire a mis pulmones; vamos respira!!, me digo a mi misma, pero no puedo, ¡no puedo!, mis pulmones no me obedecen, miro hacia todos lados en busca de algo que me pueda ayudar, pero nada, no hay nada es sólo mi mente que alucina, muevo mis brazos, como si eso me pudiera ayudar, tengo miedo, tengo miedo!!, oh Dios no quiero morir así…
Siento algo frío pasar por mis pies, me muevo un poco y se va, creo que era una serpiente. No sé cuanto tiempo he estado desmayada. Creí que había muerto. El sol ya no es tan fuerte, me incorporo un poco, despacio para no agitarme y no dejar de respirar, tengo la garganta seca, tragar me duele, mis labios están partidos, ensangrentados, me duele la piel de las quemaduras del sol, no he podido taparme, no he encontrado ninguna sombra. Sigo sin encontrar rastros de vida en este lugar. No aguanto el dolor de mis pies, mis heridas están infectadas, tengo hinchados los pies. Y el dolor de las costillas, este que dificulta aún más mi respiración. Me levanto la blusa para verme, tengo el costado moreteado, es una mancha morada enorme, tiene una pequeña herida en el centro, negra y emana un líquido, debe ser pus.
No sé cuanto tiempo he estado aquí, ni sé cuanto más voy a durar. Tengo sed, solo quiero un sorbo de líquido, eso es todo lo que pido. Mi estomago se retuerce, no he comido nada y no recuerdo desde cuando. Siento hambre, necesito comer algo, me siento débil, mareada y el dolor de cabeza no se me quita. Busco a mí alrededor pero como todas las veces anteriores no encuentro nada, me comería cualquier cosa que me encuentre, un arbusto, un animal, no importa necesito comer algo, saciar mi hambre, y mi sed.
No me puedo volver a desmayar, está oscureciendo y un animal podría encontrarme y comerme, debo estar atenta. Trataré de no moverme mucho para no cansarme, debo conseguir algo para la noche, algo que me abrigue, ya se empieza a enfriar el día.
Trato de encontrar una posición cómoda, que me alivie un poco los dolores, me pongo de medio lado, sobre mi costado izquierdo, del que no tengo quebradas las costillas, mi herida está muy maltratada, seguramente cada vez que me he desmayado he debido caer de ese lado. Pero siento algo, qué es, yo revisé mis bolsillos desde la primera ves que recuerdo; meto la mano en la bolsa del pantalón pero sigo sin encontrar nada. Sin embargo siento algo, está por dentro, meto mi mano dentro del pantalón y encuentro una pequeña bolsa secreta, no tenía idea de que tuviera una. Saco lo que hay, es una pequeña navaja; que bien, pienso, podría servirme para matar algún animal pequeño y comérmelo o para defenderme en la noche si alguno me quisiera atacar. Lo vuelvo a guardar, no quiero que se me pierda.
Espero pacientemente, ¿a dónde podría ir? Si no hay nada, sólo desierto. Si me quedo quieta tal ves aparezca algún animalillo y se me acerque y lo pueda cazar para comérmelo. Siento frío, esto acrecienta mis dolores, los hace más agudos. Mi herida lateral esta más negra y más grande, no aguanto a tocarme, ni moverme, estoy muy vulnerable. No soporto el dolor, salen lágrimas de mis ojos, no recuerdo cuando fue la última vez que lloré, de nuevo la desesperación se apodera de mí, el llorar me causa más dolor, es insoportable, no aguanto este frío, el hambre, la sed, todo… ni siquiera sé como llegué hasta aquí, no recuerdo nada. Tengo miedo de nuevo, trato de tranquilizarme, esto no me ayuda en nada; cierro mis ojos y trato de concentrarme en algo bueno, en algún recuerdo bueno, en algo que me pueda reanimar.
Pero no encuentro ningún recuerdo, ni bueno ni malo, ¿qué es esto?, ¿qué pasa?, me asusto aún más, trato de respirar tranquila, necesito tranquilizarme, me pregunto qué he hecho con mi vida, como vine a parar aquí, grito de la frustración, pero nadie responde, nadie me puede escuchar; esto hace que me lastime fuertemente mi costado, el dolor llega hasta mis entrañas, comienzo a toser, lo cual solo produce más y más dolor, trato de detenerme poniendo mi mano en mi boca, poco a poco lo voy logrando, cuando quito mi mano veo que la tengo llena de sangre, mis pulmones tienen sangre, la herida es profunda.
Me siento muy mal, creo que no duraré hasta mañana, por momentos me voy y luego vuelvo a reaccionar, el dolor es insoportable, lo siento en todo el cuerpo, así que no me importa de que lado me recueste, sigo tosiendo y sigue saliendo sangre cada ves que lo hago, tengo sed y hambre, ya casi no me muevo. Me encojo abrazándome a mi misma, tengo frío, estoy temblando. Recuerdo mi navaja, pero no tengo fuerzas para usarla, debí de haberlo hecho cuando aún tenía fuerzas. No soporto más, quiero dejar esta agonía, en este momento solo puedo pensar en una cosa, en esa navaja que tengo en la bolsa secreta de mi pantalón, pero no puedo moverme ya, tengo mucho frío, estar abrazada a mi no me lo quita, lloro nuevamente, esta ves sin ningún esfuerzo, mis lagrimas salen solas, las bebo para saciarme pero son saladas y me secan aún más la garganta. Cierro mis ojos, no quiero ver más, no quiero seguir con esta agonía, no quiero sentir más…Poco a poco me voy quedando dormida, en mi agónica muerte, pensando que al fin encontraré la paz y el descanso eterno…
Milena Madriz Muñoz
Derechos Protegidos

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Poema II

I
Libertad, eso es lo que pido,
quitarme del camino
mis pies no dan más,
paz, es todo lo que quiero sentir,
que mi soledad y yo seamos uno.
II
Al amor
al lado del camino dejé.
Para huir y no sentir más.
Para no verte más,
para no sentirte más,
para no olerte,
Para no tocarte.
III
Quiero amarte,
pero todo se ha ido
y ya no puedo sentir más,
quizás sea mejor así,
el dolor no vendrá más,
ni las lagrimas tampoco.
IV
Mi día es gris,
como todos los que recuerdo.
No quiero recordar como es sentir,
no quiero sentir nunca más,
que no regresen a mi los sentimientos,
que solo quede el vacío.
Este espacio entre mi garganta
y estomago, quede vacío
que todo lo pueda atravesar
sin ser herido.
V
No quiero volver a oír hablar de ti,
de nadie,
solo quiero irme, desaparecer,
alejarme a un lugar donde
pueda borrar los pocos recuerdos que me quedan,
recuerdos de sentimientos,
recuerdos d ti,
recuerdos…solo recuerdos.
V I
Este vacío, no podría ser llenado
jamás,
me ahogaría antes de que se llenara.
Prefiero no sentir.
A veces siento desfallecer,
y quisiera sentir otra vez.
Pero el recuerdo me hace fuerte
y todo sigue como está
sin cambiar por mi bien.
Tal vez creas que soy egoísta,
pero no es así,
solo intento sobrevivir,
solo intento llegar al final.
Solo quiero ser fuerte,
solo quiero tenerte a mi lado
para que cuando lo olvide todo
te recuerde a diario.
VII
No duele ya la separación,
ni siquiera falta me haces.
Es extraño como solo
estás en mi mente,
en unos pocos recuerdos que intento olvidar.
Pero el olvido también
me da miedo,
todo lo que tengo de ti es el recuerdo,
es lo único que me queda.
Y de todo, no solo de ti.
Ya te has dado cuenta,
¡lo he perdido todo!.
Realmente no importa ya,
es lo que quería,
olvidar, olvidarlo todo,
borrarlo todo
que no quedara nada,
al hacer esto borré los recuerdos buenos también.
Pero mejor así,
hasta ellos te hieren algunas veces.
Y aquí estoy,
sobreviviendo a esta muerte,
muerte en vida.
Lo peor es ver como todos
sienten menos yo.
Pero aun vivo,
al menos mi cuerpo lo está.
VIII
Ahora estoy sola,
al no tener corazón,
o quizás sea el alma
lo que me falta.
Ya nada me puede acompañar,
no siento compañía,
no siento…
Solo vacío, soledad…
Pero la soledad es hermosa,
y es compañera.
Ella lo abarca todo,
todo en mi.
También es comprensiva, a su manera
pero lo es.
Donde quiera que vaya me acompaña.
Yo debía pagar un precio
por mi beneficio de no sentir.
La prefiero a ella, q a cualquier
otro sentir.
Ella colma mi vida
de vacio… pero la colma,
y de alguna forma
ella me mantiene viva también.
Autor: Milena Madriz Muñoz
Derechos Protegidos