Me encuentro junto a la sombra de un poste; son las 9:20 am. En el cielo no hay ni una sola nube, los rayos de sol iluminan todo a mi alrededor.
Es un día cálido, bochornoso mejor dicho, como cualquier otro; aunque en el fondo sé que no lo es, sé que él vendrá y no lo podré impedir.
No tengo miedo, lo sé, estoy aquí esperando el bus como siempre, detrás de mi la gasolinera, me parece extraño, no hay ni un alma todo está sucio y abandonado. Como si supiesen lo que fuese a suceder.
Comienzo a oír algo a lo lejos, y conforme se acerca me doy cuenta que es el sonido de un motor, uno de auto o de moto quizás. Mis manos sudan, aunque están frías y tengo las uñas moradas, como las de un muerto. Se acerca, es un auto lo puedo ver, se acerca rápido, tiene vidrios polarizados, su pintura es negra y resplandece con el sol. Se está acercando, más y más, mi respiración se detiene, mis latidos y mi mente también. Le dije que no gritaría, pues no le tengo miedo, pero el prometió venir a pie; dijo que no lo notaría y que para cuando me diese cuenta ya estaría muerta.
Es cierto, el auto no se dirige hacia mí y lo veo pasar recto, vuelvo a respirar, vuelvo a sentir mis manos, me duelen de lo apretadas que las tenía.
Estoy atenta a cada movimiento, a cada cambio a mi alrededor. Nada se ve diferente, la gasolinera abandonada, el sol que quema la piel y encandila, y ni la más mínima esperanza de que llegue el bus antes que él.
Vuelvo a ver mi reloj son las 9:25 am, quedan cinco minutos para que pase el bus y me pueda ir. Me digo a mi misma que lo voy a lograr, que podré salir de esta, que hoy no pasará nada, que será un día más, uno como cualquier otro… y me pierdo por un momento en mis pensamientos.
-¿Pero qué es ese olor?-, reacciono, percibo un olor a metal, no me había dado cuenta antes, no sé si es mi imaginación o qué. Veo la hora, 9:28 am, solo faltan dos minutos para que llegue el autobús. Pero ese olor es más y más fuerte.
Antes de poder reaccionar y voltearme, siento en mi garganta el frío de un cuchillo – ¡no puede ser! – no vuelvo a ver, sé que es él y me va a matar antes de que llegue el bus para así poder huir sin que nadie lo vea.
Me cuerpo se tensa y se pone frío, logro percibir un olor a sangre, pienso: - de alguna otra víctima será -. Pero siento un escalofrío que hace estremecer todo mi cuerpo, - ¡ese olor a sangre es de la mía! - . Siento como rápidamente baja por mi cuello, por todo mi cuerpo empapando mi ropa; de repente oigo un motor, el cuchillo se cae y escucho como sus pasos se alejan corriendo detrás mío hasta desaparecer.
Yo ya no aguanto más, y caigo de espaldas; ese motor es del autobús. ¡No puedo creerlo!, se acerca rápido, creo que no va a parar, no va a parar. Estuve a punto de cogerlo, -¡pero si aún estoy viva, y no para!- , sigue de lejos, como si nadie estuviera ahí esperándolo, puedo ver detrás de las ventanas a la gente sentada, nadie me mira, nadie se da cuenta de lo que sucede, nadie me nota, y ni siquiera se detiene, simplemente sigue su camino, se va.
Ahora estoy tirada en el suelo, bañada en sangre, el sol está en el centro del cielo ya, debe ser medio día, el poste no me da sombra. Estoy fría, no siento, sólo veo al sol y el a mi.
Veo como pasan los días, los buses; me estoy pudriendo, lo sé por el olor, las moscan y las larvas, que son mis únicas visitantes. En realidad solo me pudro por fuera, ya lo estaba por dentro. Hay bichos por todos lados, me comen viva, o al menos eso creo estarlo.
El olor se intensifica conforme pasan los días, las horas, los meses, ya no sé que queda de mí. Y aún así nadie ha pasado por aquí, nadie ha preguntado por mi, nadie me ha venido a ver, como ya dije mis únicos visitantes son los bichos, que ya no vienen tan a menudo como antes. Y el bus…bueno, el bus nunca se detuvo aquí…
Milena Madriz M.
Derechos Protegidos
lunes, 29 de septiembre de 2008
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3 comentarios:
mile... me encanto, tiene potencial cinematografico... no al chile!! quiere ser mi guionista???????
simpele premonición mi amor, supongo que Dios intuía en tu corazón lo que te pasaría, cuando dolor y frustración, cuanto te extrañamos Princesa
Dios se alegra de tener un ángel más en el cielo, DIOS bendiga grandemente su familia. Saludes consul. Natalia jimenez desde el salvador.
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